«Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. 28 Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: 29 Estando tú, oh rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por saber lo que había de ser en lo por venir; y el que revela los misterios te mostró lo que ha de ser. (Daniel 2:27-29)

I. LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA COMUNIÓN ESPIRITUAL

ILUSTRACIÓN: Hace años, escuché la historia de un misionero que tenía un problema con su automóvil: no arrancaba sin ser empujado. Cada vez que iba a algún lugar, tenía que asegurarse de estar estacionado en una pendiente para poder arrancar el automóvil. Después de dos años, un nuevo misionero vino a para hacerse cargo de la misión. Después de poner al día al nuevo misionero le explico cuidadosamente el procedimiento de arranque del auto., con la finalidad de que el nuevo misionero no quedara en la carretera varado. Luego de explicar el procedimiento con lujo de detalle, el nuevo misionero levantó el cofre del auto, y vio que el cable de la batería no estaba apretado, lo apretó y el auto arrancó de inmediato. El problema era la UNION, no la fuente de alimentación.

II. EL PODER DE LA DEPENDENCIA DIVINA

Todos los que somos hijos de Dios tenemos acceso a una variedad ilimitada de poder y recursos para hacer la obra de Dios. Sin embargo, debemos admitir que muchas veces no vemos nada divino o sobrenatural en nosotros. Con demasiada frecuencia, nos conformamos con lo que podemos hacer en lugar de buscar el “cable suelto” a la fuente de alimentación. Jesús dijo: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15:5) Aunque cada cosecha requiere una temporada de fidelidad antes de que el fruto esté maduro y los resultados sean visibles, a veces no vemos la cosecha porque no estamos en la vid. Con demasiada frecuencia, luchamos sin ningún fruto espiritual simplemente porque intentamos fabricarlo por nuestra cuenta.

Principio Familiar: No se conforme con lo que puede hacer por sí mismo: aproveche el poder divino de Dios a través de Sus promesas.

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