“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. 2 Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. 3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. 4 Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah”
Salmo 32:1-4
Bette Nesmith Graham era la secretaria ejecutiva cuando IBM presentó una nueva máquina de escribir eléctrica. Si bien el personal administrativo apreciaba la velocidad de las nuevas máquinas, les resultaba frustrante encontrar un error que requiriera volver a escribir una página entera para corregirlo. El presidente de la compañía tomó una idea inspirada en la forma en que los pintores decoraban las ventanas para Navidad y comenzó a experimentar con una mezcla de pintura y productos químicos hasta que desarrolló “Error fuera” para cubrir un error y permitir su corrección. Las demás secretarias comenzaron a pedir el producto a gritos y El presidente dejó su trabajo para dedicarse a tiempo completo al producto que registró como Papel liquido. Durante los siguientes veinte años, se convirtió en uno de los productos de oficina más populares del mundo, y finalmente vendió su empresa por casi 50 millones de dólares en 1979.
La oportunidad de empezar de cero nos resulta muy atractiva a todos, porque todos necesitamos el perdón de Dios. Cuando Él perdona, lo hace por completo, sin volver a culparnos por el pasado. “Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.” (Hebreos 8:12). Quedan cicatrices cuando pecamos. Las consecuencias del pecado pueden continuar en el futuro. Pero cuando Dios perdona, nunca vuelve a mencionar ese pecado. La bendición del perdón es que nuestro registro se borra de la mente de Dios, y el pecado que hemos confesado y abandonado nunca bloqueará nuestra comunión con Él. Debemos superar nuestra tendencia a intentar ocultar nuestro pecado para que podamos disfrutar del perdón de Dios.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
La gracia de Dios significa que los pecados que Él ha perdonado nunca nos serán reprochados.