“Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 19 Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.”
Marcos 5:18-20
Francisco Morales perdió la vista del ojo derecho debido a un accidente de equitación cuando tenía seis años. A los dieciséis, perdió la vista del ojo izquierdo durante un combate de boxeo. A Morelos le frustraba depender constantemente de alguien que lo guiara. Cuando su padre leyó una noticia sobre un programa en Suiza que entrenaba perros guía para soldados ciegos durante la Primera Guerra Mundial, Morales envió una carta solicitando unirse al programa. “¿Es cierto lo que dices? Si lo es, ¡quiero uno de esos perros! Y no soy el único. Miles de ciegos como yo detestan depender de otros. Ayúdame y los ayudaré. Entréname y traeré a mi perro de vuelta y lo mostraré a la gente de aquí”. En 1928, Morales completó el programa y regresó, quien lo guió con seguridad por las calles de la ciudad. En 1929, cofundó “El ojo que ve” y, durante los siguientes veintisiete años, ayudó a entrenar a cientos de perros guía para personas ciegas.
Cuando encontramos algo nuevo y útil, la reacción natural es querer compartirlo con los demás. Cuando sabemos que algo ha hecho una diferencia positiva para nosotros, queremos que otros disfruten de ese mismo cambio. No nos cuesta compartir algo que nos entusiasma. Sin embargo, a veces nos resulta difícil ser fieles al compartir lo más importante del mundo, Jesús, con quienes nos rodean. Si recordamos lo que Él ha hecho por nosotros, descubriremos que tenemos mucho que decir sobre Él.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Dios nos ha dado tanto que es justo que compartamos lo que hemos recibido de Él con los demás.
