“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”
2 Corintios 5:17-19

D. L. Moody fue salvo después de que su maestro de escuela dominical, Edward Kimball, se interesara lo suficiente como para acercarse al joven con el evangelio. Kimball fue a la tienda donde trabajaba Moody y le habló sobre su necesidad de salvación. Más tarde, Moody se convirtió en uno de los evangelistas más poderosos y eficaces que el mundo haya visto, y su vida fue transformada por completo por el poder del evangelio. Moody escribió: «Recuerdo la mañana en que salí de mi habitación después de haber confiado en Cristo por primera vez. Pensé que el sol brillaba mucho más que nunca; pensé que simplemente me sonreía; y al caminar por Boston Common y escuchar el canto de los pájaros en los árboles, pensé que todos me cantaban una canción. Me pareció que amaba a toda la creación. No albergaba ningún resentimiento contra nadie y estaba dispuesto a acoger a todos en mi corazón».

Dios no nos salva para dejarnos como estamos. Su gracia no solo cambia nuestro destino eterno, sino también nuestra forma de vivir en este mundo. Si bien debemos ser testigos fieles del evangelio, no son solo nuestras palabras las que reflejan el cambio que Dios ha obrado en nuestras vidas. Nuestra manera de pensar, actuar y responder debe ser moldeada por el poder de la gracia de Dios para convertirnos en representantes positivos de su familia. “Viendo la valentía de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaron; y les reconocieron que habían estado con Jesús” (Hechos 4:13).

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Cada día, nuestra vida debe ser un testimonio del poder del evangelio para transformar a las personas.

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