“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”
Colosenses 2:13-15
En 2003, Andrew Malkinson fue condenado por violación en Inglaterra, a pesar de insistir en su inocencia. Durante su encarcelamiento, continuó negando su responsabilidad en el delito, lo que provocó que se le denegara la libertad condicional. Finalmente, en 2020, una prueba de ADN demostró que no era culpable y Malkinson fue puesto en libertad. Según la legislación inglesa, tenía derecho a una indemnización por encarcelamiento injusto, pero para su sorpresa, le informaron que cualquier indemnización que recibiera se reduciría en 100.000 libras para cubrir los gastos de alojamiento y manutención durante sus diecisiete años en prisión. Malkinson contactó con el Ministerio de Justicia y, debido a su denuncia, se modificó la política. El Lord Canciller, Alex Chalk, declaró: “No es justo que a las víctimas de devastadores errores judiciales se les puedan deducir los gastos de manutención ahorrados”.
Cuando Jesús pagó el precio de nuestros pecados en la cruz, no nos dejó con un saldo pendiente que tendría que pagarse más tarde. Él pagó la deuda en su totalidad y nuestros pecados han sido cubiertos para siempre, incluso fuera del recuerdo de Dios: “…porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” Jeremías 31:34. Es común que las personas luchen con la culpa por las malas acciones, y la culpa es algo bueno cuando nos lleva al arrepentimiento. Pero una vez que confesamos y abandonamos el pecado, Dios nunca lo volverá a mencionar.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Los cristianos nunca reciben una “factura” por el pecado, porque Jesús lo pagó todo.