“Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”
Hechos 7:57-60
Fanny Crosby comenzó a escribir poemas de niña y, a lo largo de su vida, compuso miles de himnos. A pesar de perder la vista de bebé, no permitió que eso le impidiera amar a Dios y esforzarse al máximo por servirle. En sus últimos años, continuó escribiendo, aunque a un ritmo más lento. A los noventa y cinco años, su salud era frágil, pero su fe nunca flaqueó. Dijo: “Mañana estaré bien”. En la última noche de su vida, dictó un último poema.
En la mañana de la gloria de Sión,
Cuando las nubes se hayan disipado,
Y mi esperanza haya echado su ancla,
En el valle del día perfecto,
Cuando con todos los puros y santos
Tocaré de nuevo mi arpa,
Con un poder que ningún brazo podrá cortar,
El amor me sostendrá firme y fiel.
A menos que el Señor regrese, todos enfrentaremos algún día la muerte. Pero para un cristiano no hay nada que temer. Jesús ya ha vencido a la muerte, y su regreso a la vida es nuestra garantía para el futuro. Él dijo: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Juan 14:19. Nuestro futuro es seguro porque Jesús lo garantiza. Él nunca miente ni falla, y todo lo que ha prometido se cumplirá. Nadie sabe cuánto tiempo vivirá, pero cada día de esta vida estamos bajo su cuidado, y cada promesa sobre nuestro futuro en el Cielo es verdadera.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
La esperanza del Cielo es real y nos asegura que no tenemos por qué temer a la muerte.