“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte”
Filipenses 3:8-10

Afortunadamente, muchos de nosotros no hemos tenido la experiencia de que nos roben algo de casa. Pero para quienes sufren este tipo de pérdida, hay al menos un lado positivo: el valor de lo robado puede ser deducible. El Servicio de Impuestos SAT emitió esta guía: “Las pérdidas por robo generalmente son deducibles en el año en que se descubre el robo de la propiedad, a menos que exista una posibilidad razonable de recuperación mediante una solicitud de reembolso. En ese caso, no hay deducción disponible hasta el año fiscal en el que se pueda determinar con razonable certeza si se recibirá dicho reembolso”. Al declarar una pérdida por robo en la declaración de impuestos, se reduce la cantidad de impuestos que se paga.

Una cosa es perder algo que ya no tenemos, pero Pablo reportó una pérdida diferente: una pérdida por seguir a Jesús. Había muchas cosas en la vida y los antecedentes de Pablo de las que podría haberse jactado. “Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.” Hechos 22:3. Sin embargo, Pablo no contó esas cosas como mérito suyo. Al contrario, las trató como algo perdido, dejándolas atrás para vivir en obediencia al llamado de Dios.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Nada en este mundo es un tesoro para acumular comparado con las cosas de Dios.

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