Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.15 Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.16 Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? Marcos 8:14-17
En más de una ocasión, los discípulos no entendieron en absoluto lo que Jesús estaba tratando de enseñarles. A veces veían sus palabras solo a través de la lente de su propio entendimiento y expectativas. En lugar de captar una verdad espiritual, se concentraban solo en los aspectos físicos. Así que cuando Jesús les advirtió sobre la forma en que la falsa doctrina se difunde e influye en cada aspecto de la vida, pensaron que los estaba reprendiendo por olvidarse de llevar comida para el viaje. Además de no haber entendido el punto, también estaban perdiendo el poder que tenían a su disposición a través de Cristo. El Señor les recordó: “Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogisteis? Le dijeron: Doce” (Marcos 8:19).
Nuestras necesidades nunca representan un desafío para Dios. Le habría resultado tan fácil crear alimentos para alimentar a miles de personas cuando no había comida para empezar como cuando todo lo que tenía era el almuerzo de un muchacho con cinco panes y dos peces. Dios nunca se esfuerza ni lucha por satisfacer nuestras necesidades. Y a menudo es en los momentos en que más necesitamos su provisión y ayuda que podemos aprender las lecciones más profundas y significativas. Cuando hemos visto a Dios obrar, no debemos cometer el error de los discípulos y olvidarnos de considerar su poder divino cuando nos enfrentamos al próximo desafío. Dios sigue siendo el mismo, sigue escuchando y respondiendo oraciones, y todavía es capaz de hacer mucho más de lo que es humanamente posible.
Principio de valor para edificar una vida espiritual: Nuestra confianza nunca debe basarse en lo que tenemos, sino en el poder y los recursos ilimitados de Dios.