Procura venir pronto a verme,10 porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia.11 Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio.12 A Tíquico lo envié a Efeso.13 Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. 2 Timoteo 4:9-13

Durante sus muchos años de ministerio, Pablo se sintió decepcionado por varios de los hombres que colaboraron con él durante un tiempo. No compartían el compromiso de Pablo. Cuando sufrieron dificultades y persecución, algunos de ellos abandonaron la obra. Uno de esos hombres fue Marcos, quien acompañó a Pablo y Bernabé en su primer viaje misionero, p regresó a casa antes de que la obra se completara. Más tarde, cuando Pablo y Bernabé se preparaban para regresar a las iglesias que habían plantado, Bernabé quiso llevarse a Marcos y darle una segunda oportunidad. Pablo se negó y su asociación terminó. “Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre,” (Hechos 15:39).

Aunque Pablo no quiso llevar a Marcos en ese segundo viaje misionero, tampoco lo descartó como un caso perdido. Años después, cuando Pablo escribió su última carta a Timoteo, mencionó a Marcos. Vio que Marcos había crecido y madurado, y en esta carta le pidió a Timoteo que lo llevara con él.

Todos sabemos lo que es sentirse decepcionado por alguien. Sabemos lo que se siente confiar en alguien y luego descubrir que no responde como esperábamos. Hay momentos en que volvemos a tratar con estas personas y nos sentimos tentados a echarles en cara el pasado (y, sin duda, hay algunas ofensas tan graves que la sabiduría nos enseña a no ponernos en una posición en la que puedan repetirse). Pero siempre debemos recordar que Dios puede obrar en la vida de las personas y nuestro corazón siempre debe estar puesto en el crecimiento de otros cristianos. Cuando alguien muestra un cambio en su vida, crecimiento y madurez, debemos alentar su fe.

Principio de valor para edificar una vida espiritual.: Debemos reconocer y alentar el crecimiento que Dios está trayendo a las vidas de los cristianos que nos rodean.

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