Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.14 Haced todo sin murmuraciones y contiendas,15 para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;Filipenses 2:12-15
Pablo tenía un lugar especial en su corazón para la iglesia de Filipos. Cuando Pablo llegó por primera vez a la ciudad de Filipos para predicar el evangelio, soportó grandes dificultades y sufrimientos. Pablo fue golpeado y encarcelado injustamente antes de que el terremoto que Dios envió soltara sus cadenas, lo que llevó a la salvación del carcelero y su familia. Fue en este contexto de persecución que la iglesia de Filipos comenzó. Con el paso de los años, la iglesia de Filipos brindó apoyo financiero a Pablo en más de una ocasión, ayudándolo a continuar su ministerio y satisfaciendo sus necesidades mientras estaba en prisión. Había muchas cosas que eran admirables en esta iglesia, pero Pablo destacó especialmente su obediencia. Hacían lo que Dios decía y lo que Pablo enseñaba no solo cuando estaba presente con ellos o de vez en cuando, sino de manera constante y continua.
Pablo los elogió por su obediencia, y eso es algo de gran valor para Dios. La obediencia no es un indicador de la profundidad de nuestro amor y compromiso con Él. “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.” (Juan 14:23). Dios siempre está observando, viendo todo lo que hacemos y está buscando a quienes hacen lo que Él dice. J. C. Ryle escribió: “La obediencia es la única realidad. Es fe visible, fe en acción y fe manifiesta. Es la prueba del verdadero discipulado entre el pueblo del Señor”.
Principio de valor para edificar una vida espiritual.: Dios es honrado por nuestras acciones más que por nuestras palabras.
