Oye, oh Dios, mi clamor; A mi oración atiende. 2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, 3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. 4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah Salmo 61:1-4
Charles Spurgeon escribió: «Sé, quizás tan bien como cualquiera, lo que significa la depresión y lo que es sentirme hundiéndome cada vez más. Sin embargo, en el peor de los casos, cuando llego a lo más profundo, tengo una paz interior que ningún dolor ni depresión puede perturbar en lo más mínimo. Confiando en Jesucristo mi Salvador, aún hay una bendita quietud en lo más profundo de mi alma, aunque en la superficie ruja una fuerte tempestad y haya poca calma aparente».
Lo que nos ayuda a superar los momentos de abatimiento no es que todos nuestros problemas desaparezcan. Lo que nos ayuda a superarlos es el poder y la gracia de Dios. Pablo escribió: «Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.» (2 Corintios 12:10). El poder de Dios para levantarnos es más que suficiente para cualquier desafío que enfrentemos. Simplemente confiamos en Él y seguimos haciendo lo que Él nos ha llamado a hacer.
Principio de valor para edificar una vida espiritual: Dios es una roca inquebrantable en cada tormenta para quienes confían plenamente en Él.