El Salmo 1:1-2 nos recuerda: «Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.». Este hermoso pasaje nos indica cómo debemos ver la Palabra de Dios en nuestros hogares: atesorándola, meditándola y permitiendo que moldee nuestras vidas.
En un mundo lleno de distracciones, nuestras familias necesitan desesperadamente la influencia diaria de las Escrituras. No hay nada más importante que edificar nuestra vida familiar sobre la Palabra de Dios. Enseñar la Biblia a nuestra familia nunca debería ser una tarea, sino un momento de gozo en el que padres e hijos se reúnen en torno a la Palabra de Dios. Si los padres y las madres aman verdaderamente la Palabra, sus hijos se sentirán animados a amarla también.
Por qué la Palabra de Dios es esencial.
- Nuestra salvación depende de la Palabra de Dios.
“siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1 Pedro 1:23)
La buena nueva del evangelio —Jesús salva— se encuentra únicamente en las páginas de las Escrituras. Sin la Palabra de Dios, jamás conoceríamos plenamente el plan de salvación. Al compartir fielmente las Escrituras, guiamos a nuestros hijos a comprender la verdad transformadora de la vida eterna por medio de Jesucristo.
- Nuestra santificación depende de la Palabra de Dios
“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Juan 17:17).
La Biblia no solo nos trae la salvación, sino que también nos aparta para la gloria de Dios. Cuanto antes presentemos a nuestras familias las verdades de las Escrituras, más crecerán como Cristo. Nuestros hijos necesitan saber quiénes son en Él, y esta obra de santificación se lleva a cabo a medida que absorben la verdad de la Palabra de Dios en sus corazones y mentes.
- Nuestro Servicio Depende de la Palabra de Dios
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.” (2 Timoteo 2:15)
Cuanto más leemos, estudiamos y enseñamos la Biblia, mejor preparados estamos para servir al Señor. Cada miembro de la familia tiene dones y talentos dados por Dios. Al cimentarnos en las Escrituras, aprendemos a usar nuestras habilidades para su honra y gloria. La Palabra de Dios proporciona tanto el fundamento como el marco para un ministerio eficaz.
- Nuestra seguridad depende de la Palabra de Dios
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.…” (1 Juan 5:13)
En un mundo donde abundan la duda y la incertidumbre, las Escrituras nos brindan la seguridad que necesitamos. A través de la Palabra de Dios, encontramos la confianza de que estamos eternamente seguros en Cristo. Es el ancla de nuestra fe y la fuerza que nos sostiene en medio de las tormentas de la vida.
Maneras prácticas de enseñar la Palabra a nuestras familias
- Convénzase de la verdad:
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.” (Deuteronomio 6:6)
Antes de poder enseñar eficazmente a nuestras familias, primero debemos estar plenamente convencidos de la verdad. Nuestro amor por la Palabra de Dios se reflejará en nuestra enseñanza.
- Séa creativo al enseñar la verdad:
“y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7)
Use la variedad y la creatividad —historias, ilustraciones, devocionales familiares, versículos para memorizar y canciones— para que sus hijos se involucren con las Escrituras. Haz que el aprendizaje de la Palabra sea una experiencia alegre e interactiva.
- Séa constante tanto al enseñar como al vivir la verdad:
“y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:7)
La constancia es clave. La exposición diaria a la Biblia y sus principios, junto con un testimonio cristiano constante, arraigará firmemente la verdad de Dios en el corazón de tu familia.
- Incorpore la verdad a sus conversaciones diarias:
“Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? 21 entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa.” (Deuteronomio 6:20-21)
Ponga la Palabra de Dios en la vida diaria de su familia. Busque momentos propicios para la enseñanza —en la mesa, durante un paseo o incluso mientras conduce— para compartir sabiduría y perspectivas bíblicas.
En conclusión, la Palabra de Dios es el fundamento sobre el cual debemos edificar a nuestras familias. Es la fuente de nuestra salvación, el medio de nuestra santificación, la guía para nuestro servicio y la garantía de nuestra seguridad. Al enseñar las Escrituras de forma constante y creativa, invitamos a nuestras familias a deleitarse en la ley del Señor, convirtiéndola en una parte preciada de su vida diaria. Al hacerlo, los veremos crecer en Cristo y desarrollar un amor por su Palabra que perdure por toda la vida.