¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Santiago 5:1-4

A lo largo de los años ha habido muchas advertencias de catástrofes inminentes. Durante los cierres por el COVID, la gente hacía cola para conseguir comida e incluso papel higiénico, lo que fue un shock para mucha gente. Esa experiencia llevó a muchos a empezar a acumular suministros para la escasez futura. Ciertamente no hay nada de malo en planificar sabiamente para el futuro, pero poner todos nuestros tesoros aquí en la Tierra es una receta para el desastre.

Jesús dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mateo 6:19). No importa cuánto dinero o cuántos suministros o posesiones acumulemos, todo podría perderse en un instante. No podemos brindar verdadera seguridad para el futuro acumulando tesoros temporales. Solo podemos encontrar seguridad en Dios. Solo podemos tener un tesoro que nunca nos puedan quitar almacenándolo en el Cielo. No debemos permitir que nuestros valores sean moldeados por el mundo que nos rodea, sino que debemos vivir con los valores de Dios como nuestra prioridad. Solo entonces nuestras vidas serán agradables a Él.

Principio de valor para edificar una vida espiritual: Ninguna cantidad de recursos acumulados en la Tierra puede proporcionar una fuente de verdadera seguridad.

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