A lo largo de la historia, el concepto del infierno ha sido uno de los temas más impactantes y solemnes dentro de la enseñanza cristiana. Lejos de ser una simple metáfora o una figura simbólica, la Biblia presenta el infierno como un lugar real de separación eterna de Dios, donde no existe gozo, paz ni esperanza. En el infierno no hay felicidad, porque es el destino final de aquellos que han rechazado la gracia y el amor de Dios. Esta realidad, aunque difícil de aceptar para muchos, debe movernos no al temor paralizante, sino a una reflexión profunda sobre nuestro destino eterno y la urgencia de responder al llamado del Evangelio.