“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. 11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.”
Gálatas 1:10-12
Debido a que se acercaban a personas consideradas indignas por muchos, el general William Booth y el Ejército de Salvación fueron criticados con frecuencia. Incluso algunos líderes religiosos prominentes fueron citados públicamente en sus condenas. En cierto momento, el hijo de Booth, Bramwell, trajo un periódico con uno de estos ataques destacado. William Booth lo leyó y luego dijo: “Bramwell, dentro de cincuenta años importará muy poco cómo nos trataron estas personas; importará mucho cómo manejamos la obra de Dios.”
Sería bueno que hacer lo correcto nos agradara y agradara a la gente, pero ese no es el objetivo que buscamos. En lugar de buscar la alabanza de los hombres, debemos buscar la alabanza de Dios. Si bien ciertamente no debemos buscar ser desagradables ni ofensivos, debemos reconocer la realidad de que el mundo sigue luchando contra Dios, tal como lo ha hecho desde que el pecado entró en el mundo. Es poco probable que quienes odian a Dios nos favorezcan si realizamos su obra fielmente. Pero eso no es lo que importa. Nuestro enfoque siempre debe ser agradar a Dios con nuestras vidas. No hay mayor honor que recibir sus palabras de aprobación, como el siervo fiel de la parábola de los talentos que Jesús contó. “Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). La opinión de Dios importa mucho más que lo que alguien pueda pensar o decir de nosotros mientras realizamos su obra.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Nuestra mayor prioridad debe ser siempre agradar a Dios, no encajar con el mundo que nos rodea.
