Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. 9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:8-10
Si bien hay muchas cosas que no sabemos acerca del futuro, podemos decir con confianza que habrá problemas, dificultades y penurias en los días venideros. El hecho de que vivamos en un mundo caído significa que el diseño perfecto original de Dios ya no está vigente. Si bien Adán tenía trabajo que hacer antes de su pecado, después se volvió mucho más difícil. “Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo; con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:18-19).
Sin embargo, aunque los “espinos y cardos” son parte de la maldición del pecado, Dios, en Su gran sabiduría y gracia, también los usa para nuestro beneficio. Dios es capaz de usar las dificultades y las penurias como herramientas para podar nuestras vidas y prepararnos para ser más eficaces en nuestro servicio a Él. Charles Spurgeon dijo: “El lavado de la vasija la ha preparado para el uso del Maestro. La inmersión en el sufrimiento ha precedido al bautismo del Espíritu Santo. El ayuno da apetito para el banquete. El Señor se revela en la parte trasera del desierto, mientras su siervo cuida las ovejas y espera en solitario asombro. El desierto es el camino a Canaán. El valle bajo conduce a la montaña imponente. La derrota prepara para la victoria”. Debemos aprender a confiar en la gracia de Dios cuando las cosas se ponen difíciles para que no dejemos de beneficiarnos de las pruebas en nuestra vida.
Principio de valor para edificar una vida espiritual: Nunca debemos permitir que las circunstancias difíciles nos lleven a dudar de la fidelidad de Dios hacia nosotros.