“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 19 Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Gálatas 5:16-23

El evangelista D. L. Moody estaba hablando en una iglesia cuando levantó un vaso y preguntó: “¿Cómo puedo sacar el aire de este vaso?”. Un hombre del público respondió: “¡Sácalo con una bomba!”. Moody replicó: “Eso crearía un vacío y rompería el vaso”. Varias personas hicieron sugerencias igualmente imposibles. Entonces Moody tomó una jarra de agua y la vertió en el vaso, llenándolo hasta el borde. “Se vacio todo”, dijo. “Creo firmemente que en el momento en que nuestros corazones se vacían de orgullo, egoísmo, ambición y todo lo que es contrario a la ley de Dios, el Espíritu Santo llenará cada rincón de nuestros corazones. Pero si estamos llenos de orgullo, vanidad, ambición y del mundo, no hay lugar para el Espíritu de Dios. Debemos vaciarnos para poder ser llenos”.

La vida cristiana que estamos llamados a llevar es una vida santa y fructífera, pero no podemos lograrla a menos que vivamos en el poder y bajo el control del Espíritu Santo. La batalla constante que el mundo, la carne y el diablo libran contra nosotros es una batalla que no podemos ganar con nuestras propias fuerzas. Incluso el apóstol Pablo reconoció el conflicto y su propio fracaso.

“Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Romanos 7:22-23. Solo cuando nos rendimos al Espíritu Santo, dejando de lado nuestros propios deseos y objetivos, tendremos su poder para vivir victoriosamente.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Debemos asegurarnos de que haya espacio para que el Espíritu Santo llene nuestros corazones y mentes.

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