“Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.”
Mateo 6:26-29

En una época en la que no existían programas gubernamentales para cuidar a los niños huérfanos, George Müller sintió la necesidad de hacer algo para ayudarlos. Decidió crear un lugar donde los huérfanos recibieran alimento, alojamiento, educación y se les enseñara acerca de Dios. A lo largo de los años, cuidó de miles de niños, negándose a pedir dinero a nadie y confiando en que Dios proveería para sus necesidades. Su fe inspiró a cristianos de todo el mundo. En el escritorio de su oficina, Müller tenía un cartel que decía: “A Él le importas”. Era su manera de recordarse a sí mismo que Dios nunca nos olvida ni descuida las necesidades de sus hijos. Cuando nos enfrentamos a los problemas y la incertidumbre de este mundo, Dios nos invita a entregarle nuestras cargas. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7.

La asombrosa verdad es que somos importantes para Él Dios infinito. Nuestras vidas son insignificantes en la escala del universo y la eternidad, pero aún contamos con su amor y cuidado. Incluso el mundo natural nos dice que Dios provee para las plantas y los animales, y lo hace de una manera que refleja su naturaleza amorosa. Somos mucho más importantes para Dios que ellos, por lo que podemos acudir con confianza a Él en busca de ayuda en momentos de necesidad.
“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.” Salmo 55:22.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
El mundo que nos rodea está lleno de recordatorios de la presencia y la providencia de nuestro amoroso Padre Celestial.

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