“Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. 9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
10 quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él. 11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”
1 Tesalonisences 5:8-11

En junio de 1981, Eugenio Lang, quien se había convertido en millonario gracias a su diligencia y trabajo duro, fue invitado a hablar ante la clase de sexto grado de su alma máter, la escuela pública 121 de Harlem. Cuando uno de los profesores le comentó que tres cuartas partes de los estudiantes probablemente no terminarían la preparatoria, Lang decidió ver qué podía hacer para cambiar eso. Al dirigirse a los jóvenes, Lang les hizo una promesa: cualquier miembro de la clase que terminara la preparatoria y fuera aceptado en la universidad recibiría una beca para asegurarse de que pudiera costear sus estudios. Lang no se limitó a hacer esa promesa y luego la abandonó. Desarrolló un programa de mentoría, se reunió regularmente con los estudiantes y los animó a seguir adelante. Con el tiempo, financió los estudios universitarios de más de la mitad de esos jóvenes y ayudó a muchos de los que no lo lograron a encontrar trabajo. Hizo una diferencia en sus vidas.

La mayoría de nosotros nunca tendremos millones de pesos para dar a los demás, pero todos podemos ser un estímulo para otros. No cuesta nada decir una palabra amable, ofrecer una oración de apoyo o simplemente apoyar a alguien que atraviesa dificultades y hacerle saber que no está solo. Cuando vemos lo que Dios ha hecho por nosotros, no debería sernos difícil brindar apoyo y ayuda a los demás. Uno de los mejores ejemplos en las Escrituras de alguien que marcó esta diferencia fue Bernabé, quien animó al hombre que se convertiría en el apóstol Pablo. Bernabé era tan alentador que, aunque originalmente su nombre era “José”, “los apóstoles le pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido significa: Hijo de consolación)” (Hechos 4:36).

PRINCIPIO PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Siempre es el momento oportuno para animar a quienes nos rodean y están pasando por momentos difíciles.

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