«Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. (San Juan 10:11-13)
John Fawcett, un pastor británico, decidió quedarse con su pequeña congregación rural a pesar de recibir una oferta prestigiosa en Londres, al darse cuenta del profundo lazo de amor y compromiso que lo unía a su comunidad. Inspirado por esta experiencia, escribió un himno sobre la unión en el amor cristiano.
I. EL PODER DEL LAZO CRISTIANO
Bendito sea el lazo que une nuestros corazones en el amor cristiano. La comunión de las mentes afines es similar a la anterior. Compartimos nuestros mutuos males, nuestras cargas mutuas soportamos, y a menudo, el uno al otro fluye la lágrima simpática.
II. EL VALOR DE UN CORAZÓN CRISTIANO
No solo los pastores, sino todo la familia de Dios necesita tener corazones que latan con amor y preocupación por los demás. Hay muchas excusas y razones por las cuales las personas dan para rechazar el mensaje del evangelio, pero es difícil rechazar un corazón amoroso.
III. LA FUERZA DEL AMOR CRISTIANO
Las familias cristianas necesitan que otros creyentes amen, cuiden y alienten también. Nuestros corazones deben unirse para que el cuerpo de Cristo sea saludable.
Principio Familiar Unidos Venceremos: Nuestra actitud hacia los demás no está determinada por su comportamiento hacia nosotros, sino por nuestros corazones hacia ellos.
Desafio familiar: Escribe y memoriza San Juan 13:35