“También de Semaías su hijo nacieron hijos que fueron señores sobre la casa de sus padres; porque eran varones valerosos y esforzados. 7 Los hijos de Semaías: Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos, hombres esforzados; asimismo Eliú y Samaquías. 8 Todos éstos de los hijos de Obed-edom; ellos con sus hijos y sus hermanos, hombres robustos y fuertes para el servicio; sesenta y dos, de Obed-edom. 9 Y los hijos de Meselemías y sus hermanos, dieciocho hombres valientes.”
1 Crónicas 26:6-9

“La gente olvidará lo que dijo, olvidará lo que hizo, pero nunca olvidará cómo les hizo sentir”. Esta frase captura a la perfección la esencia del poder del ejemplo. A lo largo de la historia, la humanidad se ha inspirado, motivado y transformado gracias al poder de quienes predican con el ejemplo, el poder del ejemplo puede moldear vidas, inspirar el cambio e impulsar la transformación.

Cuando nos proponemos hacer lo correcto, nuestro ejemplo puede tener una poderosa influencia en los demás. Cuando David se preparaba para que Salomón pudiera comenzar la construcción del Templo una vez que fuera rey, donó de sus recursos personales en lugar de usar el dinero del reino. A su vez, los líderes y oficiales del pueblo los siguieron, y luego el resto del pueblo se unió a la ofrenda con alegría. A menudo, no son nuestras palabras las que tienen mayor impacto, sino nuestras acciones, que otros pueden ver y seguir.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Vernos hacer lo correcto tiene un impacto más poderoso en los demás que escucharnos decirles lo que es correcto.

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