Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Romanos 8:1-4
P. P. Bliss fue un talentoso compositor de himnos y músico que dedicó su vida a servir a Dios a través del canto. En los once años previos a su trágica muerte en un accidente de tren a los treinta y ocho años (mientras viajaba a una campaña de avivamiento de D. L. Moody), escribió docenas de himnos y canciones del evangelio. Aunque tuvo poca educación formal, perfeccionó sus talentos musicales y los puso al servicio de Dios. Su canción, “Una vez por todas”, refleja una profunda comprensión de cómo la fe en Jesús nos libera.
Libres de la ley, ¡oh, feliz condición!
Jesús ha sangrado, y hay remisión;
Maldecidos por la ley y heridos por la caída,
la gracia nos ha redimido de una vez por todas.
Una vez por todas, oh pecador, recíbelo;
Una vez por todas, oh hijo, créelo;
Aférrate a la cruz, la carga caerá;
Cristo nos ha redimido, de una vez por todas.
¡Hijos de Dios! ¡Oh, glorioso llamado!
Seguramente su gracia nos guardará de caer,
pasando de muerte a vida a su llamado;
bendita salvación, de una vez por todas.
Estar libres de la ley del pecado y de la muerte no significa que seamos libres de hacer lo que queramos. En cambio, nuestra salvación por la fe en Jesucristo nos da la libertad de vivir de una manera que lo honre y le agrade. El poder del pecado es mayor de lo que podemos vencer con nuestras propias fuerzas, pero no tenemos que luchar nuestras batallas con nuestras propias fuerzas. «Mas gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Corintios 15:57).
Principio de valor para edificar una vida espiritual: El don de la gracia que hemos recibido debe motivarnos a usar nuestra libertad para vivir para Dios.