“Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; 16 teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.”
1 Pedro 3:14-16
En 1824 estalló la guerra entre Inglaterra y Birmania. A pesar de ser estadounidense y no británico, el misionero pionero Adoniram Judson fue arrestado y encarcelado en la conocida “prisión de la muerte” en la ciudad de Ava. Varios de los europeos que fueron arrestados con él murieron durante los siguientes veintiún meses mientras Judson estuvo cautivo. Pero a pesar del dolor y el sufrimiento que soportó, y de la enfermedad que experimentó, Judson permaneció fiel a Dios. Tras su liberación, permaneció en el país y estableció un ministerio grande y eficaz. En sus relatos posteriores, algunos de los sobrevivientes señalaron que Judson solía citar uno de sus poemas favoritos cuando las cosas parecían ir a peor.
No busco otro lugar que cumplir
en la vida y en la muerte tu amorosa voluntad;
en mis aflicciones no quiero socorro,
excepto el que te place conceder.
Nuestros días están contados; ahorremos
a nuestros corazones angustiados una preocupación innecesaria;
A ti te corresponde contar nuestros días,
y a nosotros dedicarlos a tu alabanza.
Las dificultades, adversidades y pruebas de la vida no deberían sorprendernos. Dios no prometió que seríamos “llevados a los cielos en lechos de flores de tranquilidad”, como decía la antigua canción. Sí nos prometió que cuando pasemos por dificultades, Él estará con nosotros. Nuestra fe en Dios no se basa en nuestras circunstancias. Él es tan bueno cuando todo se desmorona como cuando todo marcha bien. Nuestra tarea es mantener la mirada fija en Él y confiar en Él pase lo que pase.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Si llega el momento en que debemos sufrir por nuestra fe, debemos hacerlo confiando plenamente en Dios y en su plan.