Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.1 Pedro 5:8-10

Cuando murió el rey Eduardo VI de Inglaterra, María Tudor, la media hermana mayor de Eduardo, fruto del matrimonio anterior de su padre, Enrique VIII, reunió rápidamente un ejército y reclamó el trono. Decidida a deshacer la decisión de Enrique de separarse de la Iglesia católica, María se embarcó en un camino de persecución y terror que finalmente la llevó a ser conocida como María la Sanguinaria. Entre los que fueron martirizados en su purga de cualquiera que no se sometiera al catolicismo se encontraba John Philpot. Uno de los principales predicadores de Inglaterra, Philpot se negó a retractarse de su predicación bíblica incluso cuando lo amenazaron de muerte. Cuando le dijeron que sería quemado en la hoguera, Philpot respondió: “Estoy listo; Dios, concédeme fuerza y una resurrección gozosa”. Se arrodilló y besó la hoguera antes de ser atado a ella y quemado.

El mundo no es amigo de Dios, y cuanto más consistentemente nos aferremos a la verdad y lo honremos, más ofensivos nos considerarán algunas personas. Cuando enfrentamos oposición y obstáculos, debemos mantener nuestro compromiso con lo que es correcto. Incluso si llegamos al punto de enfrentar persecución, debemos permanecer firmes en la verdad. Si nos odian, eso no significa que estemos creyendo algo equivocado. Jesús dijo: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.” (Lucas 6:22). El sufrimiento por la causa de Cristo ha sido parte de la historia de la iglesia a lo largo de los siglos, y el mismo Dios que sostuvo a esos santos nos dará la gracia para permanecer fieles en cualquier prueba.

Principio de valor para edificar una vida espiritual.: La fidelidad a Dios puede obligarnos a soportar el sufrimiento, pero Él siempre estará con nosotros.

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