“Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene. 13 Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, 14 sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad”
2 Corintios 8:12-14
Si existe un grupo de personas que debería creer en la dignidad de todo ser humano por ser creado a imagen de Dios (Génesis 1:27), ese grupo son los cristianos. De hecho, los cristianos que creen en la Biblia creen que, independientemente de cualquier diferencia física, nacional o social, todas las personas son creadas iguales al nacer y deben ser tratadas con dignidad y respeto (Romanos 10:12). Además, dentro de la iglesia, creemos que la tierra está al pie de la cruz. Todos llegamos a Cristo de la misma manera —por medio de Jesús— y no hay diferencia en el valor de ningún cristiano para Dios ni en su inclusión en la iglesia (Gálatas 3:28).
En el plan de Dios para la iglesia, existen enormes diferencias entre las personas. Algunas tienen muchos más recursos que otras. Algunas tienen más dones que otras. Sin embargo, el deseo de Dios no es que quienes tienen más, sean exaltados y alabados por encima de todos los demás. Más bien, quiere que compartan sus recursos y usen sus talentos con la misma fidelidad que quienes tienen poco. A Dios no le impresiona lo que tenemos; Él nos lo dio en primer lugar. En cambio, se complace cuando usamos lo que tenemos, ya sea mucho o poco, para lograr todo lo que podemos para Él.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Lo que le importa a Dios no es la cantidad de nuestros recursos o talentos, sino nuestra fidelidad al usarlos para Él.