“34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?”
Daniel 4:34-35
Nabucodonosor fue el gobernante más poderoso y dominante que el mundo había visto hasta su época, y se enorgullecía de sus logros. Daniel le advirtió del peligro del orgullo y de lo que Dios le había advertido en un sueño sobre lo que sucedería si se negaba a darle gloria. Pero Nabucodonosor persistió en su orgullo. Así que Dios le quitó la capacidad de razonar y funcionar como ser humano. Vivió en el campo como un animal durante siete años hasta que Dios le devolvió la razón. Cuando lo hizo, Nabucodonosor declaró públicamente que Dios era la máxima autoridad.
“Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.” Daniel 4:37.
El hecho de que Dios esté en control no solo nos recuerda la humildad; también es una fuente de confianza y seguridad cuando enfrentamos dificultades en la vida. Charles Spurgeon dijo: “No hay atributo más reconfortante para sus hijos que la soberanía de Dios. En las circunstancias más adversas, en las pruebas más severas, creen que la soberanía ha ordenado sus aflicciones, que la soberanía los domina y que la soberanía los santificará a todos”. Dios no se ve desafiado por ningún obstáculo u oposición que enfrentemos. Nada llega a nuestras vidas que lo tome por sorpresa. Ningún poder puede impedirle cumplir sus propósitos en nuestras vidas. Podemos confiar plenamente en Él en cada situación, sabiendo que Él tiene el control.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Recordar la autoridad y el control de Dios nos da una fuente de esperanza incluso en medio de las pruebas.
