«Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.» (Romanos 6:4-6)
I. EL PODER TRANSFORMADOR DE LA FE
Hace algunos años, recibí una tarjeta de una niña pequeña en nuestra iglesia. Ella escribió: “Estimado pastor, gracias por esta iglesia y por su predicación. Sé que trabajas muy duro para hacer esas cosas. Estamos muy felices de tenerle aquí. Este año mi papá aprendió a no beber y fumar y a ser amable. Gracias y que Dios le bendiga. Con amor.
II. LA TRANSFORMACIÓN DE LA VIDA CRISTIANA
El Señor no nos salva simplemente para cambiar nuestro destino eterno, aunque el don de la salvación cambia nuestro rumbo de ir al Infierno a ir hacia el Cielo. Pero Dios también tiene planes para nosotros en esta vida. Él tiene la intención de que seamos transformados por la salvación en un nivel práctico. El hecho de que seamos cristianos no cambia automáticamente nuestro temperamento, personalidad o rasgos de carácter, pero debería significar que Cristo se manifiesta a través de nosotros en la forma en que se expresan en nuestra vida diaria.
III. EL LLAMADO A UNA VIDA TRANSFORMADA EN CRISTO
El apóstol Pablo expresó esta meta para cada creyente cuando escribió: “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;” Colosenses 1:10. Si no hay una transformación continua en su vida como resultado de su salvación, algo anda muy mal. Si bien ningún cristiano está libre de pecado, debemos pecar cada vez menos a medida que nos volvemos más y más como Jesús a través de nuestro caminar con Él.
Principio Familiar, Unidos Venceremos: No es en nuestras propias fuerzas sino en el poder del Espíritu Santo que nuestras vidas son transformadas.
Desafío familiar: Escribe y memoriza 2 Corintios 5:17