“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; 53 vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.”
Hechos 7:51-53

Leí una historia sobre Emilia, una ama de llaves. Un día, su señor le pidió que no pasara llamadas mientras dormía. Cuando llamó el presidente a casa de su amo, Emilia le dijo que no podía molestarlo. el presidente insistió, pero ella se negó porque solo obedecía a su jefe. Como resultado, el presidente expresó admiración por su integridady deseaba que esta mujer trabajara para el.

La Biblia es la Palabra perfecta de Dios. Pero el simple hecho de tener la Biblia no nos beneficia a menos que también hagamos lo que ella dice. En su poderoso sermón ante el Sanedrín en Hechos 7, Esteban señaló con valentía que tenían la Palabra de Dios, pero no la practicaban.

Siempre habrá tentaciones y excusas para sustituir nuestras ideas y opiniones por lo que Dios dijo. Siempre habrá presión para diluir el mensaje de la Biblia para que nuestra doctrina se adapte mejor a la sociedad que nos rodea. Siempre habrá oportunidades para culpar a otros por nuestra desobediencia. Pero nuestra misión es inmutable. Debemos guiar nuestros pasos, llenar nuestra mente y guardar nuestro corazón con la Biblia. No debemos cometer el error de pensar que un mayor conocimiento de la Biblia sustituirá la obediencia a la Biblia.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
No es la Biblia que leemos, sino la Biblia que obedecemos, lo que determina si nuestro andar es espiritual o no.

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