Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8 Y todo esto será principio de dolores. Mateo 24:4-8

La guerra ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Actualmente se libran guerras entre países, como la guerra entre Rusia y Ucrania. Y se libran guerras civiles o insurgencias en más de una docena de países. Lamentablemente, la realidad de la guerra en este mundo no cambiará hasta que el Señor regrese. En 1928, aún sintiendo los efectos de lo que hoy conocemos como la Primera Guerra Mundial, diplomáticos de muchas naciones trabajaron para prevenir una guerra futura. Finalmente, el Pacto Kellogg-Brian, a veces llamado el Pacto de París, fue firmado por más de sesenta países. El pacto era un acuerdo para proscribir la guerra como instrumento político y para prometer negociar las diferencias entre las naciones en lugar de luchar. Sin embargo, solo tres años después, Japón invadió Manchuria, y ocho años después, Alemania invadió Polonia, iniciando la Segunda Guerra Mundial.

Los esfuerzos humanos por poner fin a la guerra y los conflictos pueden ser admirables, pero nunca tendrán un éxito total. Jesús declaró definitivamente que las guerras continuarían y, de hecho, que aumentarían con el paso de los años a medida que se acercaba el fin de los tiempos. También advirtió que el engaño en torno a los eventos del fin de los tiempos aumentaría. Nuestra tarea no es descifrar el significado de todas las señales, sino estar preparados para el Señor cuando regrese. Mientras tanto, debemos seguir haciendo la obra para Él, no con temor ni duda, sino con confianza en sus promesas y en su control absoluto, sobre todo.

Principio de valor para edificar una vida espiritual: No importa cuánta guerra e incertidumbre azoten el mundo, los cristianos pueden tener la paz de Dios.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí