“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9 No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
Gálatas 6:7-9
Richard Norris Williams II nació en una familia adinerada y con buenos contactos. Su padre era descendiente directo de Benjamin Franklin. Williams pasó gran parte de su infancia en Europa, donde se convirtió en un destacado tenista. Con la intención de asistir a Harvard, Williams y su padre reservaron boletos de primera clase en el Titanic en 1912. Permanecieron a bordo hasta que el barco se hundió y entonces saltaron al agua. El padre de Williams murió al caerse una de las chimeneas del barco, pero el joven Williams logró aferrarse a una balsa salvavidas parcialmente inflada hasta que fue rescatado. Tras cuatro horas en el agua helada, las piernas de Williams estaban tan congeladas que los médicos querían amputárselas. Pero insistió en un extenuante régimen de rehabilitación física, caminando durante horas día y noche hasta recuperarse. Williams se fortaleció lo suficiente como para reanudar su carrera tenística, ganando en 1914 y 1916, y una medalla de oro olímpica en 1924.
Todos enfrentamos dificultades y obstáculos que podrían usarse como excusa para rendirnos. Nos preguntamos si vale la pena pasar por las dificultades para alcanzar la meta. Pero Dios es fiel y recompensa a quienes perseveran en su esfuerzo diligente. La cosecha puede llegar mucho después de sembrar las semillas, pero eso no significa que no llegará. Esto aplica tanto a la siembra de buenas como a la de malas. Nunca debemos desanimarnos por la demora. Pablo sabía de primera mano lo difícil que podía ser servir a Dios, pero nunca permitió que eso lo detuviera. “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.” 2 Corintios 4:16.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Dios siempre es fiel para recompensar a quienes se niegan a permitir que las dificultades de la vida les impidan seguir sirviéndole.