“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. 4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. 5 Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo. 6 La hollará pie, los pies del afligido, los pasos de los menesterosos.”
IsaÍas 26:3-6
A menudo consideramos la paz como la ausencia de problemas, pero con mayor frecuencia la paz surge en nuestra vida en momentos difíciles. No es difícil confiar en Dios cuando vemos lo que hace, pero puede ser muy difícil confiar en Él cuando no entendemos cómo obra. Habrá momentos en los que no veamos cómo las cosas podrían salir bien, y es en esos momentos cuando nuestra fe se pone a prueba y demuestra su autenticidad. Hay cosas en nuestra vida que quizás nunca comprendamos hasta que lleguemos al cielo y veamos entonces cómo el plan de Dios era para nuestro bien. Pero incluso en las circunstancias más difíciles, podemos confiar en Él, porque siempre es bueno. “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, Y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan.” 2 Samuel 22:31.
J. C. Ryle escribió: “Es bueno comprender que el servicio de Cristo nunca libró a nadie de todos los males que la carne hereda, y nunca lo hará. Si eres creyente, debes contar con tu cuota de enfermedad y dolor, de tristeza y lágrimas, de pérdidas y cruces, de muertes y duelos, de despedidas y separaciones, de aflicciones y decepciones, mientras vivas en el cuerpo. Cristo nunca se compromete a que llegues al Cielo sin estas cosas. Se ha comprometido a que todos los que vienen a Él tengan todo lo que pertenece a la vida y la piedad; pero nunca se ha comprometido a hacerlos prósperos, ricos o saludables, ni a que la muerte y el dolor nunca lleguen a su familia”.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Como nuestra paz proviene de Dios y no de las circunstancias, siempre podemos tenerla, pase lo que pase.