“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15 Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. 16 Estad siempre gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.”
1 Tesalinisences 5:14-18
Alexander Whyte fue un destacado predicador, teólogo y autor escocés. Una de sus cosas más conocidas fue su énfasis en la oración. Entre sus libros, quizás el más recordado se titula “Señor, enséñanos a orar”, y sus oraciones desde el púlpito siempre eran inspiradoras. Se cuenta que una mañana de domingo particularmente sombría, un miembro de la iglesia comentó: “Sin duda, al predicador no se le ocurrirá nada por lo que agradecer al Señor en un día tan desdichado como este”. Sin embargo, cuando Whyte se puso de pie para orar, comenzó: “Te damos gracias, oh Dios, porque no siempre es así”. Lo cierto es que siempre hay cosas por las que podemos estar agradecidos, sin importar nuestras circunstancias.
Siempre es correcto estar agradecidos a Dios y, de hecho, es parte de su voluntad para la vida de cada cristiano. Si bien esta debería ser la actitud de nuestro corazón, eso por sí solo no es suficiente. Nuestras expresiones de agradecimiento a Dios también deben ser públicas. “Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, Y haced oír la voz de su alabanza.” Salmo 66:8.
Nuestras palabras de agradecimiento y alabanza tienen un poderoso impacto positivo en quienes nos rodean, tanto al hablar con otros creyentes como al dar testimonio al mundo que nos rodea. Cuanto más hablamos de lo que Dios ha hecho por su gracia y poder, más lo exaltamos ante los demás. “Entonces nuestra boca se llenará de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.” Salmo 126:2.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Dios ha hecho más por nosotros de lo que jamás podríamos agradecerle.
