A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer? 3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿y qué he podido yo hacer comparado con vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra. 4 Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, más todavía persiguiendo. Jueces 8:2-4
Tan solo seis días antes de morir, John Wesley escribió una carta a William Wilberforce. El joven político había liderado la lucha para abolir la trata de esclavos en el Imperio Británico, pero diez años de trabajo duro sin progreso lo habían desanimado. En un momento particularmente bajo, las palabras de Wesley animaron a Wilberforce a seguir adelante. “A menos que el poder divino te haya levantado… no veo cómo podrás llevar a cabo tu gloriosa empresa de oponerte a eso [la trata de esclavos], que es el escándalo de la religión, de Inglaterra y de la naturaleza humana. A menos que Dios te haya levantado para esto mismo, te desgastarás por la oposición de hombres y demonios. Pero si Dios está contigo, ¿quién contra ti? ¿Son todos juntos más fuertes que Dios? Sigue adelante en el nombre de Dios y con el poder de su fuerza”. Wilberforce continuó la lucha hasta que, después de casi veinte años, se obtuvo la victoria.
Habrá días en que nos sentiremos desanimados. Habrá momentos en que parecerá que la batalla nunca se ganará. Habrá noches que parecerán eternas. En esos momentos, debemos recordar que Dios está obrando y que, si confiamos en Él en lugar de rendirnos, Él nos proveerá todo lo necesario para seguir adelante. Reconocer la importancia de la obra que Dios nos ha encomendado nos ayuda a seguir adelante cuando las cosas se ponen difíciles. «Hierro y bronce serán tus cerrojos, Y como tus días serán tus fuerzas.» (Deuteronomio 33:25).
Principio de valor para edificar una vida espiritual: Estar cansado no significa que debamos rendirnos, sino que debemos depender aún más de la fuerza de Dios para continuar su obra.