“Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.20 Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?21 Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste? 22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.”
Juan 21:19-22
Martin Burnham, antes de regresar a Filipinas en 2001, compartió en su iglesia local que debemos enfocar nuestra vida en seguir a Jesús, sin distraernos por las acciones de otros. Días después fue secuestrado junto a su esposa y, tras más de un año en cautiverio, murió durante un intento de rescate. Su mensaje final enfatizaba la importancia de mantener la mirada en Jesús y seguirlo fielmente.
Afortunadamente, la mayoría de nosotros no enfrentamos la amenaza de muerte por seguir a Jesús, pero debemos estar dispuestos a pagar el precio de seguirlo, sea cual sea. Cuando elegimos seguir a Jesús, elegimos hacer lo correcto sin importar las consecuencias. Seguir a Jesús puede significar la pérdida de un ascenso o de un trabajo. Puede significar la pérdida de amigos o incluso de familiares. Puede significar que otros cristianos nos critiquen o nos condenen.
Debemos hacer lo que Él dice, pase lo que pase. En lugar de fijarnos en los demás o en nuestras circunstancias, debemos mantener la mirada puesta en Él. “Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerzas contra esta gran multitud que viene contra nosotros, ni sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están puestos en ti” 2 Crónicas 20:12.
PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
Seguir los pasos de Jesús no siempre es fácil, pero siempre es correcto.