Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo.Exodo 14:21-23

Incluso después de la devastación de las diez plagas que culminaron con la muerte de los primogénitos en todo Egipto, Faraón rápidamente se arrepintió de su decisión de permitir que los israelitas se fueran, y los persiguió con su ejército. Los israelitas estaban atrapados, con montañas a cada lado, el Mar Rojo frente a ellos y el ejército egipcio detrás. A pesar de sus circunstancias desesperadas, Moisés les dijo que esperaran y confiaran en Dios. “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis” (Éxodo 14:13). En respuesta, Dios dividió las aguas y pasaron al otro lado.

Hay más de cuarenta referencias al cruce del Mar Rojo en la Biblia. Dios quería que Su pueblo recordara lo que Él hizo por ellos. Dios nunca está limitado en Su poder. Él fue más allá. Primero secó el suelo donde había estado el agua, y los israelitas pudieron moverse rápidamente a través del Mar Rojo. Luego, sin liberar el agua, enlodó el suelo de modo que los egipcios se quedaron atrapados. Solo entonces Dios permitió que el agua regresara a donde había estado, destruyendo a los enemigos de Israel. Dios es más que capaz de manejar cualquier situación que enfrentemos, y cuando confiamos en Él con seguridad no nos decepcionaremos.

Principio de valor para edificar una vida espiritual: Siempre podemos confiar en que Dios hará todo lo que ha dicho.

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