“Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer; 23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones. 24 pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabé mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.
Hechos 20:22-24

Tenemos nuestras propias vidas para vivir, y Dios nos llama a ser fieles en ellas. Pero nuestra fidelidad es mucho más que nuestras propias vidas. También estamos creando un legado que de alguna manera es más importante y duradero que cualquier cosa que hagamos mientras estemos vivos. El plan de Dios es que la fe cristiana sea entregada, no solo de persona a persona, sino de generación en generación.

Charles Spurgeon dijo: “Si el Señor no aparece pronto, vendrá otra generación, y otra, y todas estas generaciones serán manchadas y heridas si no somos fieles a Dios y a Su verdad hoy. Hemos llegado a un punto de inflexión en él camino. Si giramos a la derecha, tal vez nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos vayan por ese camino; pero si nos dirigimos a la izquierda, las generaciones aún no nacidas maldecirán nuestros nombres por haber sido infieles a Dios y a su Palabra “.

Piense en lo que les sucedió a los Hijos de Israel después de que Josué y los hombres que sirvieron con él se fueron. Aunque sirvieron a Dios y pelearon batallas, no pudieron transferir una fe real y activa a la siguiente generación. “Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.” Jueces 2:10.

PRINCIPIO DE VALOR PARA EDIFICAR UNA VIDA ESPIRITUAL
El impacto de nuestras vidas en el futuro debe influir en cada decisión y elección que tomemos.

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