Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.19 El que vive, el que vive, éste te dará alabanza, como yo hoy; el padre hará notoria tu verdad a los hijos.20 Jehová me salvará; por tanto cantaremos nuestros cánticos en la casa de Jehová todos los días de nuestra vida. Isaias 38:18-20
El profeta Isaías fue enviado al rey Ezequías con un mensaje aleccionador: que no se recuperaría de su enfermedad, sino que debería poner sus asuntos en orden. El angustiado rey clamó a Dios y, en respuesta, Dios envió a Isaías de regreso con un nuevo mensaje: que se le agregarían quince años más a su vida. Como Dios había prometido, Ezequías se recuperó. Con la salud restaurada y las fuerzas renovadas, Ezequías escribió una oración de alabanza como expresión de su gratitud que incluía los versículos mencionados anteriormente. En este pasaje, destacó la responsabilidad que todos tenemos de aprovechar al máximo el tiempo y las oportunidades que Dios pone ante nosotros.
A ninguno de nosotros se nos promete el futuro. El único día que sabemos con certeza que tenemos para alabar y glorificar a Dios y hablarle a los demás acerca de Él es hoy. Santiago escribió: “cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” (Santiago 4:14). Hemos recibido grandes bendiciones de Dios, no porque las merezcamos, sino porque Él es tan misericordioso. En respuesta, deberíamos estar llenos de alabanzas en lugar de quejas. Deberíamos compartir la verdad con los demás en lugar de guardárnosla para nosotros mismos.
El momento de hacer esas cosas es ahora. A diferencia de Ezequías, que sabía que viviría quince años más, nosotros no sabemos cuánto tiempo tenemos para servir a Dios. En algún momento, nuestra vida llegará a su fin, y depende de nosotros asegurarnos de que no se desperdicie haciendo lo que debemos hacer día a día.
Principio de valor para edificar una vida espiritual: La vida cristiana exitosa y obediente se vive día a día, aprovechando al máximo todo lo que Dios pone ante nosotros.